Al poco de haber regresado de vuestra misión, Tess convoca a vuestro pequeño grupo a una reunión en una de las salas de conferencias de las instalaciones de la Agencia. La directora no abre la boca hasta que todos habéis ocupado vuestro asiento en esa sala, donde ya no cabe nadie más.
Parece preocupada. Sin que nadie se lo espere, levanta la mano y comienza a agitar un dedo en el aire, haciendo movimientos cortos que repite una y otra vez. Poco a poco, deja al descubierto una forma misteriosa compuesta de brillantes perlas azuladas. El ruido de la sala se atenúa lentamente y cada vez es más difícil distinguir las paredes, como si se estuvieran borrando.
Para mayor verosimilitud: si Tess está en juego, pasa el dispositivo a la persona que mejor la represente para que lea en voz alta el siguiente texto:
«He creado esta burbuja de aislamiento temporal porque lo que estoy a punto de revelar debe quedar entre nosotros. Es un secreto que he guardado durante meses, pero que no puedo ocultar más. Me remonto de nuevo a la desaparición de la Agencia T.I.M.E. En aquel momento, pensé que yo era la única con poder suficiente para tomar las riendas. Pensé que era la única capaz de conseguir el resurgir de la Agencia, la única conexión que podía salvar la humanidad. Entrené como un soldado y me dejé guiar por ciertas proyecciones taquiónicas muy precisas. Gracias a ello, pude salvar la Agencia recuperando los cubos necesarios de las manos de algunos agentes que los traían de sus misiones. Si no hubiera sido por estos agentes anónimos —a quienes nosotros llamamos «jugadores»—, no podríamos hablar de un renacer. Y esos jugadores... Los abandoné.
No era capaz de recordar con claridad. Al principio pensé que los había felicitado y que habían viajado con nosotros, pero ahora han comenzado a aflorar algunos recuerdos. La imagen de sus caras, asombradas, se ha quedado grabada en mi memoria. Es como si hubiese sido yo la que actuaba. Y no soporto ese sentimiento de culpa. Tengo la corazonada de que lo que ocurrió allí, en ese momento, es clave para nuestro devenir. No nos queda alternativa: tenemos que volver.
Sé que me vais a decir que ya lo hemos intentado, que no podemos transferirnos en la zona temporal del propio acontecimiento, que el ataque de los elois borró literalmente la destrucción de la Agencia de la línea temporal, eliminando cualquier posibilidad de continuidad. Lo sé.
Pero creo que tengo la solución.
Debemos desenmascarar al líder de los elois. Cueste lo que cueste. Nos referiremos a él como el Guía, porque no se me ha ocurrido nada mejor. Él es el único capaz de recuperar ese momento. Para encontrarlo, utilizaremos a sus cuatro Mensajeros. Si los seguimos, deberían llevarnos hasta él. Ahora, escuchad con atención. Toda Orden de misión que comience por 4SK es una misión que sirve de refugio a uno o más Mensajeros. Estos elois poseen una piedra verdosa, un receptáculo del poder del Guía, de la que nunca se alejan demasiado. Tendremos que hacernos con cada una de esas piedras y traerlas hasta aquí. Si alguna de las misiones que presenten ese código ya se hubieran completado, tendremos que comprobar si hemos traído la piedra y volver a ellas si fuera necesario. Cuando consigamos las cuatro piedras, estaremos en condiciones de hablar con el Guía.
¡Ahí lo tenéis, agentes! Ya lo sabéis todo».
Con un chasquido de sus dedos, la burbuja temporal se desvanece y el ruido del exterior irrumpe de nuevo en la sala.